Carta a Mi Madre

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Por: Nécker Franco Maldonado.

MADRE,
ser supremo.
Único.
Ángel sublime.
Mitad humano y mitad divino.
¡Nunca morirás mientras yo viva!
…Soy polvo de tu propio barro.

…Te escribo a la distancia
y a través del prisma de una lágrima
con el inmenso dolor que produce
el tener atada una cruz doliente al corazón
…por no tenerte ya en mi presencia,
pues cumpliste lo que la tradición china
llama la «Edad del Cielo» y, por ello,
abandonaste el mundo y volviste
a tu inicial origen.
¡Cuántos años juntos madre!
¡La exacta medida para no olvidarte jamás!

…Aún en mi soledad lloro tu ausencia
y recorro los caminos insondables de la vida
y de la muerte para encontrar una explicación.
¡No encuentro nada que justifique tu ausencia!
El mundo se quedó vacío
…y ahora entiendo que la obra maestra de la creación
es el corazón materno.

Tus blanquecinas crenchas… ¡Madre!
al igual que el salitre de mis
queridas pampas de Pilo…
ya no las distingo jamás.

Y las calles de mi ciudad,
que son mi propia entraña,
enternecidas de penumbra y ocaso,
han saboreado tu olvido.

Como que el tiempo se ha detenido en un espejo
…allí donde la acera acechó mi esperanza
y vi desparramarse muchas tardes
y a las noches llegar con apresurada urgencia.

Donde cada tarde era un Puerto
y los tranvías cercanos de la calle Bolívar
me ayudaban a enhebrar mi tristeza
…con esa queja larga que proclamaba su presencia.

¡Madre! …tus dulces manos
rezando siempre el Padre Nuestro
con el mismo rosario,
como desgranando el áspero cereal de la pobreza.

En la tibieza de tu mano de mujer
aprendí la sabiduría y la humildad.
En tu piel, la sonrisa y el presagio.
La dulce lágrima en la expresión del universo.
La esperanza de unas alas que se gestaban
aprendiendo a volar
¡…Entre tus sueños!

Mis noches son angustias
de interrumpidos sueños
…de tormentosos avatares
y, por ello, madre, me aferro
cada vez más a tu recuerdo:
cuando me besabas tiernamente
para mitigar mi tristeza
y me acunabas en ese inmenso
universo que era tu regazo.

…En mis inacabadas noches largas
Siempre,
siempre,
te espero:
Porque yo sé que en una aurora…
Vendrás a despertarme.

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