El dolor se apoderó de mí mientras veía la agonía de la naturaleza

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San Marcos era el nombre de la comunidad que habitaba donde hoy está la base de la relavera. No fue posible para mi permanecer tranquilo al escuchar cómo fueron destruyendo la iglesia y la escuela (dos símbolos para la comunidad) y luego poco a poco y con la ayuda de la policía y el ejercito casa tras casa, hogar por hogar hasta que no quedó nada.

Por: Paco Cristóbal, Director Comunicación de Cáritas Ecuador

A principios de julio visité Ecuador para compartir con la REPAM y Cáritas de Ecuador unos talleres sobre la vulneración de derechos humanos en la Amazonía. Durante la estancia tuvimos ocasión de visitar la cordillera del Cóndor, en la provincia de Zamora-Chinchipe y la población de Tundayme.

Tundayme es un lugar especial, marcado por años de especulaciones y procesos jurídicos centrados en el interés minero de la zona. Desde el 12 de mayo de 2014, comenzó un trágico episodio en el que la pequeña comunidad de San Marcos, compuesta por 26 familias y 116 personas, fue desalojada de su hogar y su tierra devastada para dar paso al llamado «Proyecto Mirador».

“Mirador” es un megaproyecto minero de cobre y oro, a cielo abierto, explotado por la empresa Ecuacorriente, subsidiaria del consorcio chino CRCC-Tongguan, que tiene una concesión por 30 años.

Confieso que una cosa es leer el informe de la REPAM, ver los reportajes en televisión o mirar los videos de YouTube sobre el caso, y otra y otra muy distinta es estar allí, experimentando con todos los sentidos como llora la naturaleza y el desgarro de las familias.

Quiero con estas líneas describir mis sentimientos ante la visión tan desoladora realidad.

Antes de la visita, mi expectación era alta. Había leído el informe de la REPAM sobre vulneración de derechos en la Panamazonía y conocía las disputas legales emprendidas por CASCOMI para proteger los derechos humanos en la zona. También había visto algunos vídeos sobre el famoso “proyecto Mirador”.

Desde que se produjo la concesión para la explotación minera se han presentado varios recursos jurídicos para evitar y frenar la vulneración de derechos humanos y que en 2018 denunció que había sido violado su derecho a la consulta previa y a una vivienda digna. Esta última actualmente pendiente de la resolución de la Corte Constitucional en Ecuador tras la sentencia de un juez dando la razón a la explotación minera alegando que las familias desalojadas “no son indígenas ancestrales”.

Me sentí inquieto y curioso ante la visita a un lugar que podría impactarme en lo personal. Un estado emocional que describiría como complejo, mezclando el deseo de conocer más de cerca la situación y verificar los argumentos a favor de la explotación minera frente los efectos que produce.

La incredulidad se apoderó de mí cuando vi la mina por primera vez. Subiendo por un camino lateral a la explotación minera y acompañados por William Uyaguari (presidente de Cascomi) bajamos del coche y no podía articular palabra mientras le escuchaba mostrarme el lugar donde se encontraba la casa de su familia hasta el año 2015 y del que fueron desalojados sin notificación previa y con una indemnización de 2.000 dólares por persona. Ante mis ojos se abría un enorme agujero entre los miles de árboles de esta maravilla de la naturaleza como si de un lago se tratara.

William nos explicó que ese lago, en realidad era una “relavera”. Una piscina artificial construida para expulsar la basura de los tratamientos para separar los minerales de las piedras y de la tierra. Una enorme masa infecta de contaminación y residuos tóxicos. Millones de litros de basura que siguen aumentando día a día y que quedarán de recuerdo para siempre, después de los 30 años de concesión, dejando una mancha imborrable en el lienzo de la tierra, si es que las paredes que siguen haciendo crecer de la relavera aguanten la presión de semejante cantidad de residuos.

Me reconozco incapaz de poner un tamaño físico a lo que vi. Es inmenso, gigantesco. Cientos de miles de árboles talados. Un rio puro canalizado y contaminado. Una huella en modo de charca infecta que quedará para siempre. Un complejo lleno de contradicciones y paradojas tales como la “revegetación” de la zona por parte de la empresa para hacer frente a los daños ambientales o la prohibición de verter basura al rio.

El dolor se apoderó de mí mientras veía la agonía de la naturaleza. Una increíble sensación de tristeza tomaba forma con las explicaciones de William y la toma de conciencia de lo que estaba viendo. Dan ganas de llorar y gritar ante el lamento de la tierra y de las familias. El “todo está conectado” de nuestro Papa Francisco se expresa claramente en Tundayme. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.”

San Marcos era el nombre de la comunidad que habitaba donde hoy está la base de la relavera. No fue posible para mi permanecer tranquilo al escuchar cómo fueron destruyendo la iglesia y la escuela (dos símbolos para la comunidad) y luego poco a poco y con la ayuda de la policía y el ejercito casa tras casa, hogar por hogar hasta que no quedó nada.

Tomado de: https://www.caritas.es/blog/el-dolor-se-apodero-de-mi-mientras-veia-la-agonia-de-la-naturaleza/

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