La resurrección comienza de nuevo en Gaza

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Un sacerdote palestino llega a la iglesia de la Sagrada Familia para asistir a la misa en el barrio de Al-Zaytoun de la ciudad de Gaza, en medio del actual conflicto entre Israel y el grupo armado Hamás. (ANSA)

Jerusalén. Tres días después de la masacre. El Calvario sigue siendo un lugar de perdición: cruces, martillos, clavos, cuerdas. El rocío de la mañana cubre las flores silvestres que crecen entre las piedras. Silencio. Piedras rotas. Soledad sin fin. Todo parece haber terminado. Desde allí Dios «partió» de la Tierra, aunque sin abandonarla nunca. El Alma Santísima del Redentor se separó de Su Cuerpo allí mismo, en el Calvario, aquel día de tinieblas, hacia las tres de la tarde. Han pasado tres días desde aquella catástrofe… y sin embargo, muy cerca de allí… está el Lugar del verdadero nuevo comienzo de la Humanidad: la Tumba de Cristo. Sí, ¡pero la tumba ya está vacía! Salió vivo de ella, resucitó, y allí no volverá jamás.

En cuanto al calvario de Gaza, aún hoy es un desastre: ¡tantos muertos! Heridos, enfermos, hambrientos, gente abandonada a su suerte, rehenes y prisioneros, soledad y depresión. Sólo el rocío de la mañana en algunas hierbas y algunas flores en las pocas plantas que quedan indican que ha llegado la primavera.

La primavera ya está aquí. Y aun así, no podemos tapar el sol con las manos. Y pretender pensar que la realidad en Gaza está bien. No, las cosas están mal, ¡muy mal! Pero tampoco podemos, como creyentes en el Resucitado, tapar ese otro Sol, es Jesús que vuelve de entre los muertos.

En Gaza, y gracias a las celebraciones de Pascua, sabemos que allí Cristo ha resucitado. Y Él ha sido recibido hoy por la mayoría de nuestros hermanos en la fe en la Sagrada Comunión. Pero también creemos que, con la gracia de su venida, Él llena e ilumina a toda alma justa.

Puede que muchos no hayan conocido aún el designio del Amor de Dios revelado en Jesucristo, el Emmanuel, el Hijo de Dios e Hijo de David, la Virgen por la Virgen, pero eso no significa que no puedan participar misteriosamente de la gracia de la Pascua. San Pablo nos enseña que quien nace sin la Ley será juzgado sin la Ley. Siendo así, a Él le corresponde juzgar y ver a cada ser humano, incluido cada uno de nosotros. Sabemos que Él ama a los que le buscan con corazón sincero y, estoy convencido, de que la mayoría de estos bienaventurados de estas tierras no desean, en lo más profundo de su espíritu, esta guerra. No la quieren; de hecho, la detestan.

Desde Gaza, desde esas tumbas, muchos, muchísimos, esperan el día de la resurrección final. Pero nosotros, que tantas veces hemos visto renacer de sus cenizas a pueblos enteros, podemos llegar a pensar que desde allí comenzará de nuevo la resurrección. Puede que todavía falte algún tiempo, por desgracia. Pero Dios, porque es Justo, no abandonará a aquellos pobres del Calvario. Tarde o temprano llegará la luz de una nueva esperanza, humana, limitada sí, pero que será, al mismo tiempo, signo y oportunidad para que todos crean en Él, lo esperen y lo amen.

Con el corazón lleno de la alegría de la Resurrección, e incluso in medio tribulationis, nuestra comunidad católica de Gaza les desea una feliz Pascua y les agradece todas sus oraciones y ayuda.

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