

Por: Fernando Sánchez Cobo
Un vacío en el corazón del país ha provocado la confirmación de que fueron inmolados, víctimas del abuso de la fuerza irracional clasista, racista y etaria so pretexto de la seguridad ciudadana.
¿Qué evidencia este crimen contra un niño de 11 años y tres adolescentes de 14 y 15 años?
Miembros de las Fuerzas Armadas insensibles e ignorantes de los derechos de niños, niñas y adolescentes, intolerantes y excluyentes, violentos, abusivos y cobardes.
Llevarlos 42 kilómetros fuera de su ciudad de origen a otro cantón, vejarlos, asesinarlos e incinerarlos para pretender borrar evidencias y no ser inculpados, constituye un crimen de lesa humanidad y la acción más execrable de parte de quienes supuestamente deberían velar por su protección.
Josué, Ismael, Saúl y Seteven son mártires en la lucha permanente por la defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia en el Ecuador y en el mundo.
¿Qué dirán los promotores del aumento de penas, de que los traten como adultos a los “sospechosos” por ser pobres, afroecuatorianos y menores de edad?
Ahora que levanten la voz en defensa de los adultos uniformados y armados para que los “detengan” y sean “confinados” en centros para adolescentes infractores (CAI) con largas sentencias (cada año de privación de libertad equivale a 5 años de un adulto) y desprovistos de metodologías, equipamiento, personal e infraestructura para reeducarlos y que al cumplir 18 años sean llevados, como lábil carne fresca, para ser abusados y violados, en los centros de adultos que tampoco son centros para la rehabilitación y reinserción social.
Este crimen muestra la evidencia más clara de que no consideramos igual al otro, si ese otro es afroecuatoriano, pobre y menor de edad.
¡A 195 años del nacimiento del Ecuador, no somos nación, no somos país y estamos muy lejos de ser Patria!
01-01-2025