Treinta y cuatro años de servicio a la comunidad del padre Vicente Aníbal Romero Peña

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Sus estudios filosóficos y teológicos, los realizó en Medellín-Colombia, con los padres Javerianos de Yarumal. Hoy presta su servicios misioneros en la Diócesis de Machala, en la parroquia La Catedral.

Era el 10 de diciembre de 1989, a las 10 de la mañana, en la Catedral de la ciudad de Machala; estaba llena; la gente estaba regocijada, alegre, motivada, porque un jóven estudiante del Colegio Nueve de Octubre y del Carmen Mora de Encalada, iba a recibir la Ordenación Sacerdotal, de manos del Obispo del pueblo, Monseñor Néstor Herrera Heredia.

En el fondo de la Iglesia Catedral, había un letrero que decía: Vicente, QUE BUENO QUE VINISTE. Su madre Doña Hortensia, su hermana Laura, sus sobrinos Patricio, Vinicio, Fernando, Irene y Nino. También muchos familiares y, amigos estaban asombrados de este acontecimiento de fe, poesía y alegría.

Sonaron las campanas, resonó el clarinete y entre lluvias de emociones y estruendo, Vicente Aníbal se postraba en el altar mayor, mientras los cánticos angelicales entonaban las letanías del corazón. Luego vino el abrazo de la paz, se entrelazaron los brazos de la madre y el hijo, de la hermana y los sobrinos, de los familiares y los amigos. Esta liturgia era la eclosión del Espíritu Santo: SACERDOTE PARA SIEMPRE.

Han pasado 34 años, a recorrido el mundo anunciando la buena noticia de Jesucristo, con sol y lluvia, con viento y marea, en canoa, en caballo y en jet. Es que el misionero no se detiene, porque va abriendo surcos, destruyendo muros y levantando puentes.

Vicente Aníbal Romero Peña, nació en la ciudad de Loja, el 20 de febrero de 1961. Y desde su cuna materna aprendió a rezar a la Virgen de El Cisne, y fue allí donde las espigas de la fe maternal, crecieron y dieron fruto y, fruto abundante.

Hoy un poco cansado del camino, sigue recorriendo las sendas del Maestro Jesús de Nazaret.

Doña Hortensia, la madre del Sacerdote, en sus 92 años de existencia lo ve, lo contempla, lo protege, lo mima, lo cuida y lo añora. Los dos son una gota, los dos son una llama, los dos son esperanza del uno y del otro. Es que la vida es celebrar y llorar, rezar y cantar, caminar y descansar. Es que la vida es la vida.

Sus estudios filosóficos y teológicos, los realizó en Medellín-Colombia, con los padres Javerianos de Yarumal. Hoy presta su servicios misioneros en la Diócesis de Machala, en la parroquia La Catedral.

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