En el corazón de la Semana Santa ecuatoriana, dos platos emblemáticos se disputan el paladar de los creyentes: la fanesca y la Uchukuta. Un viaje culinario que nos remonta a la época colonial, donde la fe se fusionó con las tradiciones ancestrales.
La fanesca, con su aroma inconfundible y su colorido vibrante, es un legado de la época virreinal. Sus 12 granos, símbolo de los apóstoles, representan la unión entre la fe católica y la fertilidad de la tierra. Un plato que se prepara con paciencia y amor, reuniendo a las familias alrededor del fogón durante horas.
En la región Andina, la Uchukuta ostenta un sabor ancestral. El maíz, la carne de cuy y los granos frescos cosechados se mezclan en una explosión de sabores que rinde homenaje a la Madre Tierra. Un plato que evoca la sabiduría andina y la conexión con la Pachamama.
Más allá de sus diferencias, la fanesca y la Uchukuta comparten un mismo espíritu: agradecimiento por las bondades de la tierra y la profunda fe que caracteriza al pueblo ecuatoriano. Dos tradiciones que se sincretizaron con el tiempo, creando un mosaico cultural único.
En cada hogar ecuatoriano, la receta de la fanesca o la Uchukuta guarda un secreto familiar. Un toque especial que se transmite de generación en generación, manteniendo viva la llama de la tradición.
Este año, te invitamos a explorar los sabores de la Semana Santa ecuatoriana. Atrévete a probar la fanesca y la Uchukuta, y descubre la riqueza cultural que se esconde en cada bocado. Con información de Conexión Puce