La detonación dañó el piso, unas lámparas y causó temor en todo el barrio. Al punto llegaron policías que levantaron un parte del hecho.
Pese al susto, la dueña del local empezó a atender a sus clientes horas después y asegura que no cerrará su tienda porque es el sustento de sus hijos.
Ella relata que la pesadilla de los extorsionadores empezó en marzo cuando fue contactada por WhatsApp. Le exigían que pague 1.000 dólares de entrada y 300 dólares mensuales.
En esos días dispararon contra su local que estaba cerrado y contra el balcón donde ella vive con su familia.
En las puertas enrollables aún se ven los orificios de ese ataque armado.
Desde entonces no había sido contactada por la organización, pues ella cambió de teléfono.
La mujer aseguró que la denuncia ya está puesta, que ya todo está en manos de las autoridades porque los sujetos están grabados en video.
El pasado viernes, otra tienda ubicada en el Guasmo sur sufrió un atentado similar. Por primera vez en 23 años sus dueños cerraron las puertas del negocio luego de la explosión. A ellos les dejaron un papel con un número de teléfono para contactarse con la banda y ponerse de acuerdo en la cuota que van a pagar.
Miles de casos de extorsión tipo vacunas han sido denunciado en Guayaquil durante este año.
El fiscal César Peña mencionó la semana pasada que a su despacho llegan unas 200 denuncias contra vacunadores cada semana.
La Fiscalía creó una unidad de denuncia contra autores, cómplices y encubridores (DACE) para este tipo de casos.
