Y los otros actores, los que pueden tomar medidas, son los educadores y padres de familia. “El primer rol de la familia es conocer a su hijo, saber lo que puede hacer y lo que no. Y en el caso de los educadores, tenemos que conocer a nuestros alumnos en todos los aspectos socioemocionales, no solamente en el desempeño académico. ¿Qué niño es líder? ¿Qué niño no interviene en un trabajo de grupo? ¿A qué niño le cuesta tomar decisiones? ¿Qué niños ceden en todo? ¿Qué niño prefiere tener un amigo que lo obliga a algo a cambio de no estar solo?

Una de las grandes estrategias para desalentar el bullying es crear un ambiente de convivencia en el aula. La convivencia significa tener una visión en la que todos son iguales, aunque unos destaquen más en cierta área. “Habrá conflictos ocasionales, pero no acoso. Miremos que nuestras aulas tengan un sentido de comunidad y de sana convivencia”.

Formas de crear comunidad

  • Tener momentos de asamblea para hablar sobre los intereses y necesidades de los maestros y de los niños, así como situaciones difíciles en las que no sepan cómo actuar. Esto se aprende desde el nivel preescolar. “El que es víctima no habla sobre sus necesidades, no habla sobre sus emociones; se cierra mucho y hay una afectación que va creciendo”.
  • Intervenir en los recreos para que sean tiempos amigables, con juegos en los que no necesariamente haya competencia y calificación. Buscar juegos que permitan que todos se vean como iguales, y en el que nadie tenga poder para sacar a otro de la partida o limitar el movimiento o la participación de los otros.
  • Formar a los niños como observadores activos, que sientan que tienen poder para intervenir o ayudar.

Se busca disminuir la incidencia del bullying: ese es el primer objetivo, concluye Pinedo. “Pero hay una finalidad mayor: que no es un aprendizaje temporal, sino un aprendizaje de vida”, que permita que los niños y adolescentes aprendan a relacionarse con sus pares, y así trabajar las bases emocionales para sus relaciones futuras.