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Teología de la calle: Virgen de La Merced, Patrona de las Personas Privadas de Libertad

Por: P. Vicente Aníbal Romero Peña

La advocación mariana de Nuestra Señora de la Merced encarna el verdadero sentido de la misericordia. En una sociedad marcada por la angustia existencial y las fracturas humanas, la misericordia se convierte en un imperativo espiritual y social que trasciende credos y fronteras.

En el litoral ecuatoriano, particularmente en la ciudad de Machala, se conmemora con devoción esta advocación que invita a mirar la fe desde una dimensión liberadora y humanizante. Para las personas privadas de libertad, por diversas circunstancias de la vida, María, madre de Jesús de Nazareth, se constituye en paradigma de esperanza, templanza y redención.

En este contexto, Machala se encuentra convocada a iniciar una nueva etapa histórica: la reconstrucción del tejido social a partir de principios cristianos y valores universales como la solidaridad, la justicia y la fraternidad. Para ello, resulta indispensable que las autoridades se acerquen a los barrios y ciudadelas, establezcan mesas de diálogo, promuevan equipos de formación y programas de capacitación que fortalezcan el desarrollo humano y comunitario. Solo a través de encuentros fraternos y horizontales será posible superar la fragmentación social y avanzar hacia una convivencia más justa y solidaria.

La ciudad no puede continuar prisionera de la vieja tradición de la politiquería, marcada por intereses mezquinos y prácticas clientelares. Hoy más que nunca se requieren liderazgos éticos, autoridades con sensibilidad social, con un profundo sentido de compromiso humano y capacidad para priorizar las necesidades de las personas por encima de cualquier interés particular.

Se hace urgente mayor inversión en programas sociales y comunitarios que favorezcan la familia, el emprendimiento y el desarrollo humano integral. La nueva política debe sustentarse en el principio comunitario, superando el individualismo corrosivo que fragmenta y excluye. La vida comunitaria, basada en la cooperación y la solidaridad, es el verdadero nombre de la paz.

Que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, ilumine los caminos de la ciudad y de cada uno de sus habitantes, para que la devoción no se reduzca a manifestaciones superficiales, conciertos para delinquir, sino que inspire transformaciones reales y duraderas en la vida personal y colectiva.

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