Con la frase “¡Ay, Dios mío!”, el trabajo de Delgado, de 39 años, se había popularizado por las historias y conflictos barriales que buscaba para divulgar. Uno de los últimos que llamó la atención en las semanas antes de su asesinato fue una larga transmisión de una mujer con discapacidad que denunciaba supuestos maltratos de su madre.

Él trabajó por unos diez años en Televisión Manabita como reportero. También colaboró para Manavisión, Teleamazonas y Oromar.